26 de octubre de 2012

La Familia


Como sabemos, la familia es una organización primaria; es el espacio donde socializan, aprendemos, vivimos varias circunstancias que se caracterizan por sus vínculos, sentido de pertenencia, apego, identidad, fidelidad, virtudes, valores, afectividad, y costumbres a través de una filiación biológica, psicológica y una organización social.

Los miembros del grupo familiar cumplen roles y funciones al interior de ésta, funciones y roles que son los que permiten relacionarse con otros sistemas externos, tales como el barrio, el trabajo, la escuela, etc.

Es dentro del grupo familiar donde se aprenden los valores y se transmite la cultura, la cual será filtrada y orientada por cada sistema. La ubicación geográfica de este sistema familiar (rural o urbano, Cibao o sur, europeo o latino) determina también ciertas características de la organización y los roles que en ella se dan.

Toda familia nuclear o extendida se relaciona con otros sistemas con los que debe interactuar, que afectan su dinámica en forma negativa o positiva. En este sentido consideramos a la familia como un sistema integrador multigeneracional, caracterizado por varios subsistemas de funcionamiento interno, e influido por una variedad de sistemas externos relacionados, según Nichols & Everett, en 1986.

El concepto de ecosistema, acuñado por Bronfenbrenner en 1979, postula que la conducta individual se puede explicar mejor al comprender el contexto ambiental en el que se presenta. En este sentido el ambiente humano es en extremo complejo pues se incluyen dimensiones físicas, estructuras sociales, económicas y políticas.

La propuesta de una cosmovisión diferente del mundo y de sus relaciones intrínsecas propiciada por la Teoría General de los Sistemas hacia la cuarta década del siglo XX, introduce una novedosa perspectiva de la familia, mirándola como un sistema abierto, en interacción permanente, compuesto a su vez por subsistemas, unos estables (conyugal, fraterno, y parento-filial) y otros ocasionales o temporales (según edad, sexo e interés).

Cada individuo integrante de una familia es en sí mismo un sistema, compuesto a su vez de subsistemas. Pero ambos, persona y familia, están conectados con un suprasistema, que puede ser inmediato (barrio, vecindad, comunidad) o más amplio, la sociedad en general.

Sobre el modelo estructural, éste se define como “el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia”, según Minuchin, en 1977. Estas pautas establecen cómo, cuándo, y con quién cada miembro de la familia se relaciona, regulando la conducta de sus miembros.

La estructura familiar debe ser relativamente fija y estable para poder sustentar a la familia en sus tareas y funciones, protegiéndola de las fuerzas externas y dando un sentido de pertenencia a sus miembros. Pero al mismo tiempo debe aceptar un grado de flexibilidad para poder acomodarse a los diversos requerimientos de las situaciones de vida y de las distintas etapas del desarrollo por las que evoluciona la familia, con lo que facilita el desarrollo familiar y los procesos de individuación.

Como todo sistema debe poseer reglas o normas y éstas pueden ser universales y claramente explícitas (respeto a los padres, rol de padre, rol de hijo), y otras implícitas e idiosincrásicas (lealtad a la familia). Los roles definen las tareas de los miembros del grupo familiar.

Este sistema debe además tener límites, los que están constituidos por las reglas que definen quiénes participan y de qué manera lo hacen en una situación determinada. Su función es la de proteger la diferenciación de los sistemas y subsistemas en funcionamiento.

La claridad de los límites dentro de una familia es un parámetro útil para evaluar su funcionamiento. Los extremos serán un aumento desmedido de la comunicación y la preocupación de los unos sobre los otros, perdiendo la distancia entre sus miembros. Entonces los límites desaparecen y la diferenciación se hace difusa (“familias aglutinadas”).

Estas familias presentan una pérdida de la autonomía, reaccionan en forma exagerada y tienen una baja capacidad de adecuación. En el otro extremo se encuentran aquellas familias en las que sus miembros tienen una mínima dependencia entre sí, límites muy rígidos, sus mecanismos de apoyo se activan sólo cuando existe un nivel muy alto de estrés (“familias desligadas”), de acuerdo a Minuchin & Fischman, en 1984; y a Haley, en 1967.

Estos movimientos extremos pueden ser observados sólo en algunos subsistemas del funcionamiento familiar, y varían según el momento del ciclo familiar.

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