21 de agosto de 2013

Ejercicio para Cortar con los Apegos




El siguiente ejercicio te permite liberarte de los apegos. Debe ser repetido con regularidad, hasta asegurar que el mensaje haya penetrado, tanto en tu mente subconsciente, como en la de aquel ser que tú deseas dejar en libertad. 
Siéntate cómodamente y cierra los ojos. Imagina que estás trazando alrededor tuyo un círculo de luz azul, lo suficientemente grande como para albergar tu cuerpo con los brazos extendidos. Siente que estás sentado en el centro de ese círculo. Luego visualiza otro círculo similar, que se une al tuyo formando la figura de un ocho. Dentro del segundo círculo, frente a ti, colocas a la persona de la que has escogido liberarte. Mentalmente dile que ahora te propones realizar un ritual para deshacer todos los apegos. Pide su consentimiento. 

En seguida visualiza una luz azul, que cae sobre el sitio donde los dos círculos se unen, este representa el punto de neutralidad. La luz azul cae simultáneamente sobre tu compañero/a y sobre tu cabeza. Los rayos azules forman un triángulo luminoso, cuyo vértice superior los conecta a ambos con sus niveles más elevados de conciencia. 

Ahora observa si existen vínculos que te atan a la otra persona. Estos aparecen simbolizados por cordones que unen dos centros de poder. Puede haber una sola atadura, o muchas. Comienza examinando el chakra de la base (dependencia económica), y recorre uno a uno todos los centros energéticos de tu cuerpo: el chakra sexual (apego sexual), el plexo solar (poder), el corazón (afecto) y la garganta (comunicación). Revisa donde aparecen estos lazos de posesión. Una vez que los has localizado, toma nota de sus características: color, textura y grado de fuerza. Lo que ves es simbólico de la relación, por lo tanto muy revelador. 

Busca un instrumento apropiado para cortar, puede ser un cuchillo, tijeras, navaja o bisturí. Corta una a una todas las ataduras, haciendo el primer corte en la mitad, justo sobre el punto de neutralidad en la mitad del ocho. Luego cercenas su unión con el cuerpo, primero en la persona que está frente a ti, y después en ti mismo. Si eres diestro lleva tu mano derecha al sitio del corte, colocando la otra mano encima, para crear un campo de fuerza. Visualiza como tu compañero/a hace lo mismo. Entonces contempla cómo desde el vértice superior del triángulo desciende un rayo de luz que sana las heridas. 

El mismo procedimiento se realiza para cortar cada una de las ataduras que percibiste. Luego dirígete al punto donde se unen los dos círculos y acumula allí todos los segmentos. Haz una hoguera con ellos, y entierra sus cenizas. 

Ahora entras en la segunda etapa de la ceremonia: pide perdón a tu compañero/a por el dolor que tú le hayas causado, consciente, o inconscientemente. Enumera todos aquellos motivos por los cuales deseas ser perdonada. Siente que la energía del perdón borra el pasado. Luego conscientemente otorga tu perdón a ese ser. Enumera las injurias y heridas que él/ella te hayan causado. Y, en la medida en que las vas procesando, observas cómo quedan anuladas. Para completar este ejercicio ves descender un rayo de luz, desde el vértice superior del triángulo. Esa luz limpia todas las huellas de sufrimiento, que todavía no se hayan esfumado. 

En seguida agradeces a tu compañero/a su presencia en tu vida y las experiencias que compartieron juntos, que fueron muy importantes para el aprendizaje mutuo. Lo miras directo a los ojos y sientes que ahora lo aceptas tal como es, que lo comprendes, valoras lo que te enseñó y afirmas que deseas dejarlo libre para que él/ella escojan su camino. Le pides que abandone la escena, y mientras lo ves partir afirmas: “nada es mío, nada, nadie me pertenece. Cada relación cumple un ciclo de aprendizaje, y, cuando este se completa, cada cuál debe seguir adelante sin enojo, sufrimiento, ni rechazo”. 

Debes completar la ceremonia de liberación con un ritual de limpieza. Te imaginas estar en un sitio donde encuentras agua muy pura, puede ser un pozo, un río, una cascada, o en el mar. Te desnudas en la orilla, penetras en el agua y sientes como la corriente, o las olas, se llevan todos los remanentes de emociones y patrones de pensamiento negativos. Cuando sientas que has quedado limpio sales a la otra orilla. Un Ser de Luz te espera sosteniendo para ti una túnica blanca impecable. Al vestirla te estarás abriendo a nuevas posibilidades que enriquecerán tu vida. Agradece a los seres de Luz que te apoyaron en la ceremonia, y te enviaron su amor y su luz. Toma tres respiraciones profundas, y gradualmente vuelve a la conciencia de tu cuerpo físico. 

Es útil saber que, por el hecho de haber cortado el apego en una relación, no quiere decir que esa relación se acabará. Lo que sí realmente termina es el sufrimiento, los celos, los rencores y la posesividad, que tanto deterioran el compartir. Si es el momento de finalizar el ciclo de esa relación, entonces el compañero partirá en una forma armónica. Si la relación ha de continuar, en adelante será más libre y menos conflictiva. 
Partimos por el mundo en busca de nuestros sueños e ideales. Muchas veces ponemos en lugares inaccesibles lo que está al alcance de la mano. 

¿Amar o depender?



Cada uno ha de tener su espacio propio. 
Es una necesidad que tantas veces no es consciente y cuya no satisfacción lleva a resultados desastrosos. 
Aquello de "fundidos en uno solo", no es sano, aunque se propague como romanticismo, y a algunos les guste regodearse en ese pensamiento creyéndose los "amantes de la historia". 
El apego en cualquier relación -puede ser de pareja, de amistad, padres e hijos- quita libertad. Puede ser un apego físico, y hasta darse en relaciones virtuales en estos tiempos. 
Abrir el correo a toda hora para ver si hay "algo"; desesperar y suponer abandonos si el contacto no llega. 
Me atrevo a decir que tales comportamientos no dicen nada acerca del amor o la amistad, sino del apego. 
Y todo apego es pernicioso, porque nos enajena,nos quita energía. 

Toda dependencia implica un abandono de si mismo, una entrega fútil cuyo resultado solo es pérdida. 

Hay que reservarse para sí mismo, para ser dueño total. 
Desde ese lugar podemos encarar relaciones sanas y prósperas; que puedan cada día desarrollarse y crecer trayendo felicidad para si mismo y para el otro.


"No tenemos apegos, ni miedos.... Ellos nos tienen a nosotros !!"

"Los Apegos se producen porque nos da miedo perder el motivo del apego"

"La felicidad no consiste en la satisfacción del deseo.
Satisfacer el deseo no nos libera de él, sino que engendra un nuevo deseo
de que vuelva a repetirse la experiencia placentera"



Walter Riso 

APEGO EMOCIONAL




Querer algo con todas las fuerzas no es malo, convertirlo en imprescindible, Sí.
Uno de los pilares sólidos del sufrimiento humano son los apegos.
Los apegos son solamente ideas, fantasías sin entidad, sin existencia real, que hacen tener una relación de dependencia con respecto a una persona, una situación o cosa ... que es el motivo de ese apego.
Nacen en un momento que tiene algo de especial, porque creemos que si pudiéramos hacerlo de nuevo, con los mismos ingredientes que lo han formado, se podría repetir.

Los apegos, que al principio producen placer, después sólo producen ansiedad. sufrimiento y falta de libertad.
Porque la realidad es distinta de lo que vemos cuando estamos apegados: la realidad es que estar apegados crea dolorosas ataduras, en cambio, sentirse unido, que es lo correcto, produce libertad e individualidad.

La persona apegada nunca está preparada para la pérdida, porque no concibe la vida sin su fuente de seguridad y/o placer. 
Lo que define el apego no es tanto el deseo como la incapacidad de renunciar a él. 
Si hay un síndrome de abstinencia, hay apego. 

De manera más específica, podría decirse que detrás de todo apego hay miedo, y más atrás, algún tipo de incapacidad. 
Por ejemplo, si soy incapaz de hacerme cargo de mí mismo, tendré temor a quedarme solo, y me apegaré a las fuentes de seguridad disponibles representadas en distintas personas. 
El apego es la muletilla preferida del miedo, un calmante con peligrosas contraindicaciones. 

El hecho de que desees a tu pareja, que la degustes de arriba abajo, que no veas la hora de enredarte en sus brazos, que te deleites con su presencia, su sonrisa o su más tierna estupidez, no significa que sufras de apego. 
El placer (o si quieres, la suerte) de amar y ser amado es para disfrutarlo, sentirlo y saborearlo. 
Si tu pareja está "libre", aprovéchala hasta el cansancio; eso no es apego sino intercambio de reforzadores. 
Pero si el bienestar recibido se vuelve indispensable, la urgencia por verla no te deja en paz y tu mente se desgasta pensando en ella; bienvenido al mundo de los adictos afectivos. 

Recuerda: el deseo mueve al mundo y la dependencia lo frena. 
La idea no es reprimir las ganas naturales que surgen del amor, sino fortalecer la capacidad de soltarse cuando haya que hacerlo. 
Un buen sibarita o aquel que este en el camino espiritual jamás crea adicción

3 de enero de 2013