La psicología actual dispone de
algunos métodos ingeniosos para evaluar las actitudes de manera sutil. Cuando medimos
la respuesta de los músculos faciales ante ciertas aseveraciones. La reacción al
contar la rapidez con que la gente asocia conceptos.
Al saber que no mostramos lo que
sentimos, los psicólogos sociales han buscado un canal hacia el corazón. Existe
un leve vínculo entre la actitud y el comportamiento.
Por ejemplo: En condiciones
cotidianas, como las que enfrentan los ejecutivos de las tabacaleras y los políticos,
a veces la gente expresa posturas que en privado no sostiene.
En cualquier circunstancia, no
solo nuestras actitudes internas nos guíen, sino también la situación que
enfrentamos; los hallazgos actuales definen un principio de acumulación. Los efectos
de algún proceder se vuelven más palpables cuando observamos el comportamiento
acumulado, o su promedio, en lugar de los actos aislados. Cuando la actitud
medida es generalizada y el comportamiento es muy especifico, la decisión de
ayudar a uno de ellos en particular, no debemos esperar para hablar y actuar.
De acuerdo con la teoría del
comportamiento planeado de Ajzen y Fishbein, para predecir mejor la conducta
debemos conocer las que alguien pretende realizar, así como la percepción de su
autoeficacia y control. Para cambiar los hábitos de salud a través de la persuasión
debemos alterar las posturas de la gente hacia prácticas específicas.
Hasta ahora hemos visto dos condiciones
bajo las cuales las actitudes predicen el comportamiento:
-
Cuando minimizamos otras influencias sobre las
aseveraciones de nuestras actitudes y sobre nuestras conductas.
-
Cuando alguna postura es específicamente relevante
para el comportamiento observado.
Existe una tercera condición:
-
Cuando una actitud es poderosa, predice mejor el
comportamiento.
Cuando reaccionamos de forma automática,
las actitudes permanecen latentes; sin embargo en situaciones novedosas,
nuestra conducta es menos automática por ende nuestras actitudes guían nuestro
comportamiento, si pensamos en ellas.
Queda claro que, de acuerdo con
las circunstancias, la relación entre las actitudes expresadas y el
comportamiento oscila desde una ausencia completa de relación hasta un fuerte vínculo.
Las actitudes predicen nuestros actos si:
-
Otras influencias son mínimas
-
La actitud es específica de la acción.
-
La postura es poderosa, como cuando nos acordamos de
ella.
En conclusión los seres humanos
tendemos no solo a pensar en una manera de proceder, sino también a actuar en
alguna forma de pensamiento.
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